viernes, 15 de marzo de 2013

10. La declaración... y la vendimia de Totó (II).

Hola, buenas madrugadas. Acaban de encender el foco de la sala de declaraciones. Tengo la sensación de ser acusado de dejarme secuestrar por  Totó de Caserta. Al sargento Miguel y sus agentes parece que se les han pasado los efectos secundarios de las magdalenas de semilla de amapola... han dejado de bailar la conga lo que a estas horas, las tres de la mañana, agradezco en el alma... Se abre la puerta de la habitación a oscuras... entra Miguel con su agente Felip Puig. El foco apunta a mi cara. Felip toma el mando, me temo que no tomó magdalenas, sin duda ha adquirido previamente el papel de policía malo. Me mira fijamente como un cardenal romano a Benedicto y me exhorta a que narre los días anteriores al momento  en el que se debió realizar y pagar la vendimia del pueblo vecino.

martes, 26 de febrero de 2013

9. La merienda y el silencio que habla.

Solo es eso...
Es la hora de la merienda... El departamento de policía metropolitana de El Andancio está en  la dulcería de don Miguel. Me han dejado la llave del baño y han cerrado por fuera...
No piensen que aquí se estila el donut bañado en suave chocolate... la moda son las magdalenas de semilla de amapola...
Pánico me da mi nueva declaración, los efectos secundarios de esas delicias son alucinógenos. Desearía hacerle una leve pero concienzuda autopsia a una de esas ricas magdalenas... creo que encontraría algún componente sorprendente.
Y aquí sigo, ya es tarde, esperando a que el sargento Miguel Conrado y sus agentes vuelvan y tomen declaración de lo sucedido durante el día de hoy. ¿Recuerdan?. El vendimiador Totó de Caserta, quiso cobrar un trabajo pasado... y de camino intentó seducir a la señorita Angustias.

domingo, 17 de febrero de 2013

8. "Let’s be careful out there”, y la vendimia de Totó (I).

Sargento Miguel Conrado
Buenas tardes, estoy en  la comisaría del pueblo. Aunque imagino su absoluta despreocupación, me encuentro en perfecto estado. Les escribo desde mi smartphone… necesito contarles algo ya que permaneceré aquí un buen rato… 
Miguel Conrado, el sargento de El Andancio, quiere tomarme declaración por tercera vez… dice que mi historia es bastante complicada de entender y de creer… ahí, le doy toda la razón.
Había sido un día normal en la consulta… con algún  caso de enfermedad novedosa… poco más, hasta que llegó Giuseppe Totó de Caserta exigiendo el pago de la vendimia de septiembre... 

lunes, 4 de febrero de 2013

7. La antigua oficina de correos y telégrafos de El Andancio… y los pasitos.

El primer teléfono de El Andancio
Buenos días, si, si… buenos días. Son las nueve de la mañana, domingo… y estoy en la consulta.... 

En realidad estamos, Filomena, Martina, la señorita Angustias y el notario del pueblo. ¿Motivo? la llegada de una enorme caja el pasado viernes… la trajo el servicio de correos de Santa Rita: “The Santa Rita Postal Express”

Seis fornidos operarios con sus respectivos burros, han venido en diligencia para poder bajarla y plantarla cual ciprés, en medio de la sala de espera. Solamente faltaba el buey para una buena estampa navideña.
Si, han leído bien… diligencia y tirada por burros. Un espectáculo digno de una película de John Wayne

Pero lo verdaderamente sorprendente es que donde hoy ejerzo mi profesión de manera inmaculada e impecable, y creo que me quedo corto, antiguamente fue la oficina de correos y telégrafos…”Los pasitos”. Les cuento… les cuento…

jueves, 31 de enero de 2013

6. “mariposa… ya está aquí”…

Mi próxima vivienda...
Hola... ¿Me recuerdan?... ¿doctor Kevin Mchale?... ¿El Andancio?... ¿Santa Rita?... ¿recetario fácil?... ¿no?... ¡¡¡¡desagradecidos!!!!!
¿Creían que estaba ingresado en un pabellón psiquiátrico? Pues no, aunque pienso pedir la entrada voluntaria. Sé que imaginan que todo es producto de mi mente, la isla, el pueblo, sus habitantes, sus animales, las tradiciones... la señorita Angustias... En ocasiones me abofeteo para asegurarme de que todo está ocurriendo… 
Me temo que cada día, cada semana, cada mes, cada momento hace que deje atrás el motivo de mi huida de San Francisco.
Ahora mismo estoy en la playa de “Hreint sál”, desnudo, de madrugada, con los dos mil habitantes a los que atiendo en mi consulta… más el resto de la población de Santa Rita.


miércoles, 5 de septiembre de 2012

5. Leche, repudia y la persistente ignorantitis del dr. Mchale


Marina
Verano en El Andancio, isla atlántica de Santa Rita. Son las ocho de la mañana, me acabo de duchar, pero da igual vuelvo a sudar. Treinta grados centígrados y noventa por ciento de humedad tienen la culpa. Sin duda soy un hombre de otoño.
Lo sé,  nací en USA, en una zona desértica, pero tengo genes irlandeses, además, ¿qué quieren que les diga?, mi anterior trabajo estaba en un prestigioso hospital de San Francisco y simplemente… me acostumbré al fresco.

viernes, 24 de agosto de 2012

4. Ignorantitis, empatía y controversia.



Tengo 37 años. Soy una persona madura y coherente. O al menos lo era hasta el momento en el que 40 señoras hicieron acto de presencia frente a mi casa vestidas con camisones y batas, y prácticamente me obligaron a seguirlas en una comitiva surrealista organizada con el fin de encontrar a una cabra extraviada llamada Benigna.
Vivo en la isla de Santa Rita, pueblo de El Andancio, lugar remoto en medio del Atlántico donde el mundo parece girar en dirección contraria, en seguida me entenderán.
Como decía estaba tranquilamente fuera de mi casa, bajo un duraznero, acompañado de mi nueva amiga, la gata Clotilde. De pronto, a lo lejos vi unas luces. Me pareció oír voces de mujeres y un rumor.

“no píes, no croes, no maúlles Benigna, que eres una cabra….”

sábado, 18 de agosto de 2012

3. ¡¡¡ Beniiigna !!!

Martina, Mena y Carmitas...
Cuando uno habita en la gran ciudad se imagina las noches en el campo de otra manera. Recuerdo que cuando vivía en Phoenix, nos íbamos de excursión al Cactus Park, en Scottsdale. Allí acampábamos a escondidas. El silencio era absoluto, solo teníamos que tener cuidado con los insectos del lugar, especialmente con unos mosquitos ya extintos de 150 gramos de peso y 20 centímetros de punta a punta del ala. Si te picaban, simplemente morías.